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Mostrando entradas de mayo, 2013

Día 46

Leyeron algo sobre el poder de las palabras; me acordé de tu boca recreándose en los "te quiero" de cada despedida, en mis manos aferrando la puerta en un intento desesperado por no aferrarme a ti, en todos los "no sé" que habían sonado en cada una de las batallas en las que, entre libros y miradas, nos habíamos ido perdiendo poco a poco. En fin, se atrevieron a hablar del poder de las palabras aquí, entre rejas.  Mientras la estúpida voz del guardia, acompañada del tintineo de las llaves de las celdas, resonaba en el pasillo, hablando sobre un samurai egocéntrico que cayó rendido ante las enseñanzas de un viejo monje, yo pensaba en el poder de los silencios, de la opresión de la nada y del miedo.  Después, en la cama, perdiendo la mirada en las marcas que los grilletes me habían dejado en las muñecas, me acordé de todas tus cicatrices, de todos aquellos silencios opresores que me había encargado de dinamitar sobre tus miedos, de todas aquellas palabras co
Estimades, estimats, tu: Perdona però no entenc res, no entenc aquest setge al pensament que has improvisat, no entenc on han anat a parar tots els rituals que feien que tot tingués un poc més de sentit. No sé on és el punt, quin és el moment en que passem d'escoltar uns acords que ens duien més records que màgia hi havia a les mans de qui els tocava, al no-res. Perquè explica'm si no que és açò, que preferisc apartar la mirada per no trobar-me amb la teua, per no vore que ja pareix que no vol dir res. I així amb tot. Que ara no entenc la física, no si no et tinc al costat. No vull ni entendre la història. Ni sentir parlar d'una sola paraula anglesa. Ni un acord d'Extremo, ni un segon de Jeux d'Enfants, ni una brisa front al mar, ni cap cançó d'Estopa, ni polseres, ni amulets, ni tresors en trossos diminuts de paper. No vull res d'això. Per què, què collons signifiquen si la resta no existeix?  Semblem els reis dels tòpics, creant un ressentiment

Día 23

Echando de menos las cosas más cotidianas: el café del mediodía, las tostadas del domingo por la mañana, remolonear en la cama, caminar descalza por el asfalto, las tardes al sol, despertarse con Vivaldi, dormir en bragas, el olor a incienso en el salón, rebuscar fotografías en los cajones, arrastrarse con desgana a la clase de química, el tacto de los libros, mirarle mientras afina las cuerdas de una guitarra que en la vida sabré tocar, el olor a fresa del cacao, el sabor a mar, sentarme junto a la chimenea y quemar las horas mirando el fuego, el armario de las especias de la cocina, el reflejo del agua de la piscina entrando por la ventana, apoyar la cabeza en los cristales del metro, releer lo último que escribí, dormir con la puerta abierta, guardar la ropa de invierno en cajas, mirar el techo desde la alfombra, la leche fría por las mañanas, pasar horas cocinando sólo para ver la cara que ponen, meter los pies en el agua, despertarse con el sabor de la última copa en los labios,