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Mostrando entradas de agosto, 2020
  ¿Crees que podemos contarnos los huesos desde el horizonte? Yo creo que, desde aquí, puedo rozar tus cicatrices con mi lengua y su saliva. Pero no es suficiente. Me falta la sal en los labios, la noche inocente, el silencio en la cama, tu casa haciéndose pequeña en el retrovisor, la calma escuchando tus latidos frenéticos después de ardernos. Desde este mar ennegrecido escucho los lamentos de mis vísceras, de lo más oscuro, de lo más oculto. Y las cicatrices que rozo son las mías, reabriéndose, brotando un riachuelo escarlata en el que me voy ahogando, despacio, recordando intranquila que mi cuerpo ha sido campo de demasiadas batallas y que en todas ellas he acabado salvando de la muerte a algún soldado desertor, de esos que vuelven cuando la sangre se ha secado y huele a río.     Nos hemos atrincherado mis miedos y yo en una habitación de prestado, en un país de contrabando con mar, reyes y coronas. Con la sal lamiendo cada calle y un cielo de ceniza. Puedo oler el metal de mis