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Mostrando entradas de noviembre, 2020
 No estoy hecha para ti si tienes vértigo . Y tú lo tienes, a veces.  Rompiste esta coraza, a quemarropa, el día que te tragaste las palabras por enésima vez. Nos veo aún mirando al techo sabiéndonos en ruinas pero tan seguros de que podríamos construirnos un jardín en las afueras, cerca del mar y de su risa, de las montañas y de una carretera infinita. Has jugado con mi cobardía valiente, la estrellaste contra la pared cuando te abrí la puerta a la grieta de mi vida, cuando te leía la piel a besos y te escribía los domingos. Los putos domingos. Aún me acuerdo del día en que volviste a recoger los pedazos, exigiendo un soldado dispuesto para la batalla, con la ternura a cuentagotas y arena de playa en los bolsillos. No entendiste nada de lo que no te expliqué, no entendiste que no era una guerra cuando me hablabas de otros besos, que mi paz y mis entrañas no se conquistan desde la mitología, que soy un elemento efímero que no soporta la presión, el hastío ni toda la existencia que crea