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Mostrando entradas de junio, 2012
Queridos tertulianos de la habitación vacía: Lo más bonito del amor es inventarlo. Dibujar sobre mi almohada su sonrisa somnolienta. Esa que nunca he visto. Esa que, probablemente, no exista.  La literatura, en su perfección divina, budista o tecleada, tiene la capacidad de hundirnos en la miseria con obras maestras. Esas obras que nos hacen soñar como infelices, y nos devuelven a la realidad al grito de ¡Bienvenido a tu mentira!  Odio este libro, este que tengo entre mis manos ahora mismo, porque me dice lo imposible que será encontrarte.  Como decía, su sonrisa, la inexistente, me despertaba cada mañana, y yo la hacía desaparecer con un bostezo, no sin antes disfrutar de ella, convirtiéndola en realidad por un instante. Sé que después se tomaba la libertad de perseguirme por toda la ciudad, fingiendo que no me buscaba y que no quería encontrarme. A veces me la encontraba en los escaparates, junto al par de zapatos que me resistí a comprar. Otras veces se dibujaba en las bocas de otro