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Mostrando entradas de agosto, 2012

Llueve sobre mojado

Taburetes de cuero y azulejos en las paredes. Un espejo oxidado tras la barra, junto al camarero que, silbando sin demasiado entusiasmo, limpiaba unos cuantos vasos. Una mezcla de humo y polvo cubría el ambiente, la luz a penas atravesaba unos metros hasta convertirse en más humo, en más polvo. Los parroquianos, como náufragos de los 90, se arremolinaban alrededor de una vieja mesa de billar, en el oasis que era para ellos aquel establecimiento. Un par de ellos disputaban una terrible partida a los naipes en una pequeña mesa perdida entre el humo y los posters de viejas glorias, otro, abandonado al placer de su habano, leía ensimismado el periódico. El reloj parecía haber detenido su tic-tac años atrás,  seguramente indignado con la ley anti-tabaco o tal vez abandonado a su suerte en aquella pared. Martini seco con hielo en un vaso que hubiese sido el hazmerreír de cualquier coctelero. Un dedo tamborileando, paseando hacía el abismo en el borde de aquel vaso. Una sonrisa pres
Queridos tertulianos de la habitación vacía: He cambiado las coordenadas de mi mundo, para acercarlas a un nuevo horizonte. Unos cuántos guardias centenarios siguen en pie, luchando contra el cemento, contra el ciment. Mis pies siguen luchando contra la macabra idea de encerrarlos, se pasean de puntillas por un mar de arcilla. Redibujo las paredes de un color que ha traído batallas impracticables, aires de tormenta.  Siguen explotando las burbujas en mi cabeza, y oigo como se rasga el papel en el que escribí unas normas intachables.  Hacer chocar el puto océano contra la tierra. Cada vez que respiras. Tus besos empiezan en mi boca, y terminan en la de cualquiera.