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Mostrando entradas de junio, 2013
Queridos tertulianos de la habitación vacía: Música de motor de furgoneta trazando curvas en la sierra y lágrimas de tinta deshaciéndose sobre el papel. Evocar al sol de invierno que nos conducía al fin del mundo, a 1830 metros del susurro del mar, a casi 2000 del salto que nos llevó a estallar aquel verano.  Los acordes que provocaba el viento silbando a través de las ventanillas, las risas de los primeros asientos y nuestras miradas, nómadas de maletero y amantes de las horas perdidas, rastreando las pinceladas verdes que se sucedían a toda velocidad ante nuestros ojos.  Rasgarse como el papel, apoyando la espalda en la rueda delantera, mientras esperamos al resto. Romper a reír en mitad de la carretera, girando el mapa y buscando un destino. Estallar en carcajadas mientras buscamos el equilibrio entre las líneas discontinúas del asfalto.  Aferrarme al sol reflejándose en tus Ray-Ban, mientras garabateo en la libreta con los pies encima del salpicadero. Las siestas en p
Vamos a vivir como si el tiempo nos odiara, como si nos faltasen las horas para echarnos de menos. Vamos a asesinar a todos los relojes, empezando por el de tu habitación. Vamos a hacer que las horas se suiciden en nuestra ausencia, que sé queden sin aliento en cada amanecer, a cada instante, en cada portazo.  Vamos a lucharnos, batalla a batalla. Mi estrategia es derrotarte con un volumen de Benedetti entre las sábanas, ya sabes, que me necesites. Te como a suspiros porque en el fondo no me entiendes; porque no hago más que escribirte mil subtitulos en cada caricia, y tú sigues mirándome como si alguna vez pudiésemos ser el plural al que tanto te gusta amarrarme, no me entiendes; me bebo hasta tus ideas porque tú nunca entendiste lo del vodka y persigo tus cosquillas porque, en fin, es divertido.  Vamos, a donde sea, pero vámonos. Joder, llévame a París y ni se te ocurra acercarme a la torre Eiffel, paséame por las calles más perdidas, vamos a fumarnos todas las indecencias q