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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Amores que matan

Cae la tarde sobre el campo de octubre, demasiado soleada para perderse en el calor del fuego, demasiado fría para sonreír a la nostalgia. Un camino, empolvado de viajeros inexistentes y pisado por recuerdos, serpentea entre los todavía dorados campos. La brisa, que aparece y desaparece caprichosa, hace jugar a las espigas que se mantienen en pie. Rozando el horizonte, cabañas deshabitadas con olor a humo de quién sabe cuántos años atrás. Rompiendo el silencio, una sombra dubitativa, perdida, aparece cruzando el campo. Su preocupación se torna en una tímida sonrisa al descubrir, como un oasis en mitad del desierto, aquel amasijo de viejas casas que un día debió de ser el orgullo de labradores. Llama dubitativamente a la puerta de la primera cabaña, convencido ya de que nadie saldrá a recibirlo. Los toques de sus nudillos contra la vieja madera parecen despertar el invierno en aquel lugar. Una niebla densa comienza a reptar por los tobillos del viajero, cubriendo hasta dónde alcanza la
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Estimades, estimats: “Piensa en lo que yo te he dicho, no en mi, sino en las cosas buenas” I ací em tens, pensant en el que em vas dir, mentre escolte una cançó d’eixes que també et fan pensar en coses bones. I és cert que, quant t’adones, hi ha mil coses bones en contra d’aquella xicoteta cosa roïna que pensaves que no et deixaria tornar a riure. I quant dic riure no em referisc a un somriure tímid d’aquells que fas quant et creues amb un conegut, d’aquells que fas quant de colp recordes alguna estupidesa; em referisc a trencar el cel, el gris i fins i tot trencar-te a rialles. I ja, ja sé que en el nostre cas els somriures es queden curts i les rialles, de vegades, tampoc estan a la altura de les nostres bogeries. Tu ja m’entens, tu sempre m’entens. Però be, estàvem parlant de coses bones. Permet-me que, en avant, passe a anomenar-les simplement com a coses nostres. Com els nostres passeigs cridant al cel cançons d’Estopa, soltant els braços i sentint el vent, deixant-n
Queridos tertulianos de la habitación vacía: Lucharé contra la rutina, pero no por ti. Lo haré por mí, porque cualquier detalle me cambia el mundo. Y me gusta tocar los cojones a ese supuesto Dios, y si se tercia al resto del mundo, hacerle pasar los fotogramas a toda velocidad. Esa es una de mis rarezas. Hay unas cuantas más, como aquello de dar consejos sobre algo que jamás puse en práctica. Que ya me he sacado de contexto más veces de las que nadie podrá sacarme, tal vez porque no me deje o tal vez por dejarme demasiado. Que yo siempre he sido más de pajas, que de mentales. Más de risas, que de silencios. Y más de sentir, que de decir. Llámalo X, como si fuese otra puta campaña publicitaria de las que te comerán la cabeza incluso cuando duermas, si es que te quedan fuerzas para dormir. Noches de esas en las que los pensamientos se te comen desde las entrañas hasta el sueño. Pondría en práctica aquello de que el fuego purifica, rápido y mal, pero tendría que procurar que no ardan las