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Mostrando entradas de septiembre, 2016
Hay días que no pueden prometerte más cuando empiezan colgados del cielo, luchando el miedo al vacío desde la poderosa posición de cuerda de vida. Y sin embargo lo hacen, dibujan rectas eternas a ritmo de ti, del tonto puntaje de unos acordes que no terminas de entender. Y las rectas se convierten en delicadas curvas, y los acordes en risas, y el sol cae acompasándose a nuestras respiraciones, ralentizándose, como volviendo atrás en el tiempo. A aquellos otros días, dónde mi caricia preferida era sobre una página para seguir navegando otro mundo, dónde la ciudad se nos hacía de noche y la vista se nos nublaba de vida. Y llegamos, y entendemos que fácil es llamar hogar a una casa extraña cuando provocamos incendios en cada habitación. Y, en algún momento, mientras bajas de nuevo unas escaleras que no recordabas haber pisado con tanto celo, cuando alguien prepara una de esas ensaladas, y quemamos los malos deseos en forma de leña, cuando las cervezas se comparten a sorbos, sin más dueñ