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Mostrando entradas de octubre, 2012
Queridos tertulianos de la habitación vacía: Dejo caer mis miedos esperando miradas de reprobación. Pero cuando llueve y se te clava la nostalgia en el alma, es imposible no buscarte entre las sábanas. Sé que te perdí alguna noche, de esas que suenan apoteósicas y terminan con la habitación dando vueltas. Puta inspiración , sólo tú sabes volverme loca cuando las gotas se suicidan contra mi cristal. Encuentro cientos de mundos a los que sólo me dejas acceder un instante, y guardo las frases sin sentido, esperando algún día terminar el puzle que decidiste destruir en mi cabeza, lanzando las piezas a universos paralelos en los que debo sumergirme para encontrarlas. Sellé una promesa a gritos… Mis 89 días de viento helado…  La ironía de Carolina…  Sus pies hacían cosquillas al mar, y no al revés como todos creían… Eres esas tres páginas que siguen esperando que publique un capítulo más. 

Mi reino es para ti.

Sin castillos, ni banderas. Sobretodo sin banderas, porque son incapaces por definición, seguimos necesitando el templo de los perfumes para el evanescente dominio de los olores, pequeño Jean-Baptiste . Ni guardias con corazas, ni sirvientas abandonadas al olvido, ni consejeros traidores. Sin rey, ni jaque mate, ni reina a la que asaltar; sin princesas, ni monarquía omnipresente. Jugamos sin tablero a la anarquía del desorden, del todo. Del todo y de la nada. Del siempre, y del nunca, de esas palabras prohibidas. Anarquía de letras y acordes, que se enredan en los cristales empañados de un país donde siempre llueve, aunque no sabe llover. Anarquía de la gramática, la ortografía y la claridad de la escritura. Leyes finitas, que lo infinito también lo prohibimos. Y las prohibiciones, ¡Prohibidas!  Y si alguien desea prohibir algo más, que deje de desear, porque también lo prohibimos, y que se lance contra la ciudad para poner en marcha su plan maquiavélico. Como te decía, todo está hecho