Cuando uno se enfrenta al desconocimiento en el campo de la semántica se le ofrece una rápida solución: el diccionario. El diccionario contiene los significados de todas las palabras que uno pueda imaginar.

Einstein decía que si no sabías explicar algo con claridad era porque no lo habías entendido. Mi profesor de filosofía reventaba esa teoría y nos recordaba constantemente que, cuando éramos incapaces de explicar algo, era porque ese algo no existía. Descubrí entonces que, de acuerdo con sus palabras, la mayoría de cosas que me ocurrían entonces no existían. Casi todo lo que sentía o las ideas que defendía, no las sabía explicar. Y es que es necesario un conocimiento profundo de cada una de esas palabras con las que nos llenamos la boca para sentir que existimos; que lo que tocamos, lo que vemos y lo que sentimos existe más allá de la realidad de nuestra mente.

Y tenía razón. Veréis, esto es lo que dice el diccionario cuando buscas tirano:

tirano, na
Del lat. tyrannus, y este del gr. τύραννος týrannos 'rey soberano'.

1. adj. Dicho de una persona: Que obtiene contra derecho el gobierno de un Estado, especialmente si lo rige sin justicia y a medida de su voluntad. U. t. c. s.

2. adj. Dicho de una persona: Que abusa de su poder, superioridad o fuerza en cualquier concepto o materia, o que, simplemente, del que impone ese poder y superioridad en grado extraordinario. U. t. c. s.

3. adj. Dicho de una pasión o de un afecto: Que domina el ánimo o arrastra el entendimiento.

4. f. Canción popular española, ya en desuso, de aire lento y ritmo sincopado en compás ternario, surgida de una que empezaba con las palabras ¡Ay, tirana, tirana!

5. f. Áv., Sal. y Zam. Franja de paño picado con que se adorna la parte inferior del refajo o manteo.

6. f. Sal. y Zam. Vid de más de tres yemas.

Pero estas palabras no me sirven para explicar qué es un tirano: cómo es, qué come, cuál es su afición preferida, cómo lo puedes distinguir del resto. Lo que me dice el diccionario es un reflejo de lo que quiero escuchar. Hay que romper el espejo y ver más allá.

Tienes que salir a la calle y buscar un tirano. Seguro que has visto tiranos: en los libros de historia, en las películas en blanco y negro, en la cola del supermercado. Los tiranos pasan desapercibidos en este mundo que se nos deshace en las manos de lo deprisa que gira.

Te encontrarás con muchos tiranos y, en contra de lo que crees, convertirte en uno de ellos no te librará de la penitencia de haberlos sobrevivido. Hay tiranos que ríen, que saben tocar el piano, que leen poesía. Tiranos en la sombra, que tejen hilos con los que mueven a todo el que cae en su pequeño escenario. Tiranos brillantes, que te cuentan sus teorías absurdas mientras rozan las cuerdas de la guitarra. Tiranos con magia sin trucos, que harán desaparecer a media humanidad si se lo proponen. Tiranos silenciosos, de sonrisa prestada y americana gris, de los que dejan que uno de sus títeres dé las malas noticias después de coronarse de gloria.

Se me olvidó decirte que los tiranos también escriben cartas de amor.

Mi tirano preferido tenía 15 años y el alma rota. Y me escribía canciones con los dedos y sus besos se derretían como el verano en un atardecer de octubre.

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