Pozos de negrura de los que, más que incitarte, te arrastran al desastre.

Tiembla el suelo a tu alrededor y ya es inevitable. Encaminarte hacía el cementerio de ilusiones más grande de la ciudad, que repta bajo la conciencia de quién se atreve a caminar mirando al cielo, fue una de esas aficiones inconfesables, el pequeño secreto que empezaste a cultivar la primera vez que besaste unos labios en nombre de la rebeldía. 

Hay momentos mágicos que sólo pueden darse mientras el vagón te acuna, al abrirse las puertas o en una de esas eternas pausas en mitad de algún túnel. Miradas que te persiguen las entrañas y tejen telarañas entre tus peores mentiras. Ángeles caídos que sonríen primero y buscan motivos después. El reflejo triste que te devuelve el cristal después de 12 horas intentando salvar al mundo. Besos que rozan otras bocas pero siguen sabiendo a ti. Túneles de sombra. 

Próxima parada: Realidad. Final del trayecto.

Comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Hermoso texto Arantxa. :) Veo que de vez en cuando sigues dejando un pedacito de ti en este blog tan tuyo.

    Siempre sera un placer leerte.
    Un abrazo vieja amiga.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

La tierra prometida

Domingo de resurrección

añicos