Vivirnos siete veces como si fuésemos gatos, eso es lo que quiero. Pero, ¡Joder!

Creo que ya no me salen las cuentas de esta vida, que estoy en bancarrota existencial y sigo pensando en deslumbrar a París con tus besos cuando no puedo pagar ni un billete a Madrid, sigo con mis trenes y mis lunas vacías. Sigo sin saber muy bien en que estación bajar o si seguir aquí, abrazada a esta inexistencia tuya.
Sigo amaneciendo cada día fingiendo que me despiertan tus mensajes.

He vendido todos mis libros de poesía porque me sobra con la tuya. Porque no hay más corazón coraza que el tuyo, porque te susurraría cada noche aquello de que puedes contar conmigo (no hasta dos, o hasta diez, sino contar conmigo…), porque estoy convencida que eras aquello que esperaba mientras me quejaba de todo y fingía que no me importaba nada, porque reinventaría ese capítulo 7 con tu boca hasta hacerla desaparecer y por otros mil porqués que, en realidad, a ti no te interesan.

Todavía no sé si tengo que darte las gracias o aprender a odiarte por no hacerme escribir, por hacerme volver a ser lo que no sé si soy, por inundarme de dudas las avenidas, los autobuses y las calles . Aún no lo sé y, la verdad, espero no saberlo nunca.

No sé lo que pretendía hoy, tal vez demostrarme que este vicio de llenarme las manos de tinta no me lo quitará nadie, o simplemente mirar al techo después de todo y pensar que lo entenderás. O que no lo entenderás jamás, y que ese será nuestro misterio. Un pequeño cofre dinamitado por mis dudas y por esos miedos que te invaden sin saberlo, pero repleto de tu instinto suicida de media tarde, ese que me lleva a abrazarte en cada boca de metro que nos cruzamos.

Pues este será el único vicio que me guarde, todos los demás me los puedes arrancar a bocados, para que no se acerquen jamás a tu boca (otra vez), para que no tenga que vomitarlos con el sabor del vodka en los labios, para que no me toque creer que el error siempre era el mío.

Si quieres lanzamos una moneda, que luche mi suerte contra tu destino y ya verás cómo en un par de años se abren las puertas del metro, después de uno de esos días de mierda, de ojos vacíos y distancias estipuladas, de gritar a la rutina que sus trucos ya no engañan a nadie…y aparezco yo, con las mismas ojeras de pensarte y con Marea sonando en mis auriculares. Y volveremos a tener esta guerra, y volverá a ganar mi suerte, mi cita sin fecha ni lugar, mis dados lanzados entre risas, mis impulsos locos por coger el de y 7 y no el de y 10, volverá a ganar todo eso contra tu destino de escaleras y anfiteatros de locura, tus cervezas frías y cenizas al viento, tu manía de pensarlo todo y tus esquemas irrompibles.


Y entonces sí, tal vez, vuelva a comprarme todos esos libros para que tú también entiendas todo lo de mis verbos y tus versos.

Comentarios

  1. Esto tiene pinta de no actualizarse en mucho tiempo, pero bueno quería dejarte un comentario por aquí, aunque no sé si lo verás. Sólo quería animarte a seguir escribiendo como lo haces, porque cada día te superas más, Un beso. :)

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