Queridos tertulianos de la habitación vacía:
Jugar a ser Dios con polvo de ángel, por aquello de que la soledad asusta más que las agujas. Y volver a soñar con olvidarlo todo (de nuevo). Toda una vida esperando para ser contada: Pero yo nunca tuve uniformes, ni papelinas, ni botellas en bolsas de papel. No he vivido de incienso y vidrieras, no me he cobrado ni uno sólo de mis pecados en oraciones. No he escrito en los portales, para ser el pseudónimo de algún anónimo que decidió que aquella pared era el lugar perfecto para aquel grito de libertad en naranja butano. No he sido una de esas niñas bien con vidas mal, de las que creen que van a 200 por hora cuando lo único que han hecho es desabrocharse el cinturón de seguridad. 

Sigo huyendo de todas esas mierdas que nos han hecho un poco menos personas, sigo sonriendo cada vez que me quedo sin cobertura en mitad de la nada, sólo porque llevaba meses deseando no estar disponible para nadie, para nada. Yo sigo sosteniendo infiernos: los de tu boca, los de su cielo, los de estos dedos. 
Los de esos labios que se entreabren con cada estúpida declaración, fingiendo una sorpresa que ya no saben ni representar. Los de todas las noches perdidas en no sé que luces que se aparecían como una revelación, empapadas en frío y edredones improvisados. Los de todas las estupideces que se perdían en los surcos de mi piel, por el miedo a palpar un papel que sólo las haría visibles al mundo.

Y luego se me ocurrió todo aquello de Afrodita, y casi decido tatuármelo en el pecho. Como una rosa, o algo así. Nunca lo tuve muy claro. Lo que si tuve claro, no sé ni desde cuando, es lo de los signos de puntuación: Punto y coma. Siempre pienso que sería perfecto. Como joder a la RAE, con sus putas definiciones, para decirle que en realidad hablamos de los compases de la vida, de marcar todas las pausas  (y borrar todas las pautas) y todas las curvas del camino, de lo abrumadora que puede resultar la tinta sobre la piel. 

Supongo que después de todo son sólo atardeceres en terrazas, mesas llenas de helados y risas acompasadas con descubridoras accidentales, tardes rozando el mar, vertiendo miles de algún día y cientos de ahora que todavía no han terminado, que ni siquiera han comenzado. 

¿Dónde está el botón de start?¿Estoy esperando algo o qué?

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