Queridos tertulianos de la habitación vacía:
Camisa de fuerza emocional: Como sabiendo que desatar alguna de las correas supondría una oleada de emociones que no creo que nadie éste dispuesto a escuchar. (Locura con fronteras)
He vuelto a apoyar la espalda en la cama, a llenar el suelo de folios, a llenarme el cielo de dudas. He vuelto a abrir la libreta, a llenarla de historias mediocres. Y aquí sigo, los altavoces gritando aquello de "no es poesía es ingenio; poesía es García Lorca" y yo creyendo firmemente que no puedo pretender escribir nada después de releer las páginas 80 y 81 de la única antología que he sido capaz de leer hasta con los dedos. 

Me he soñado tendiendo estas mismas páginas, para secarlas de todas las lágrimas que tenía que haber llorado en lugar de exprimir la tinta de todos los bolígrafos que encuentro por casa. Pero sigue siendo más económico vaciarme los bolsillos a hacer lo propio con lo que quiera que sea que me está matando. 

Y en cuanto a los pequeños detalles sin importancia, yo también me he dejado llevar por la magia de escribirme sólo la parte de la historia en la que me dejas sin respiración, y olvidarme de aquella otra en la que de repente las ironías se nos clavan demostrando la certeza que hemos callado a silencios todo este tiempo. 

Al final esto no es más que otro mecanismo de defensa contra la parte instintiva, otra correa más que atar bien fuerte (en la cadera, por favor, dónde siempre me encuentran las cosquillas) para terminar admitiendo que decepcionarte no era el final que había pensado. Pero así funciona, alguien está cambiando los guiones y jodiendo historias que no le pertenecen. De la inspiración ya ni hablamos porque, por lo que parece, mi cenicienta de saldo y esquina ha vuelto a encontrar otra sonrisa más enigmática.
 Y ahora aquí me tienes, rogando que admitas que nos han destinado al fracaso y que, como escribí hace meses, somos incapaces de seguir, de reconocernos en cada gesto, que la tensión es la rutina.  

Que esto es un ataque de anarquía en el corazón, que pensaba expropiarte esa parcela a la que habías adjuntado el cartel de propiedad privada. Aunque ya no sé si revolución rima con introspección o con negación; así que aquí sigo: sin escribir un puto verso y sin saber como terminar(te). 



Comentarios

Entradas populares de este blog

La tierra prometida

Domingo de resurrección

añicos