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Queridos tertulianos de la habitación vacía: Los acordes de la canción más pacífica que he escuchado jamás inundan la habitación y empiezan a juguetear con las manchas de tinta de la pared. Mi homenaje a la libertad, ese montón de pájaros y la enorme pluma que los hace crecer, parió entre risas y escalones un suelo perlado de historias, vacías, de polímeros de carbono. No recuerdan un antes y han vivido el después aferradas a la pintura que hicimos que desbordase las esquinas mientras me vigilabas desde la escalera. ‘Did you ever know that you’re my hero?’ Creo que nunca han visto el sol. Soy tan egoísta, tengo encerrada a la idealización de la libertad, rodeada por mi cama y por los cinco universos que solía llenar de vida, rotuladores y ese regalo que sigue empaquetado donde lo deje la última vez. Sólo mis pobres prisioneros saben cuántas veces intenté escribirte, regalarte un todo para que me devolvieses esa mirada de luna llena y la sonrisa gatuna que me iba matando en cada calle q...
Queridos tertulianos de la habitación vacía: Siento decepcionaros, ya sé que lo hago continuamente por otras razones, pero hoy no escribo para vosotros ni, por supuesto, tampoco para mí. Escribo para alguien que me conoció cuando era más cría por fuera que por dentro, no como ahora.   ------- Así pues, a mi ángel de alas plateadas: Podría cansarme de contar las veces que he cerrado los ojos y simplemente he deseado que al abrirlos estuvieras ahí, dispuesto a repetir todas tus batallas, por terribles que fuesen, con una sonrisa en los labios sólo para rescatar a la mía de la puta oscuridad. No es que sea difícil hacerme sonreír, es que nadie consigue embotellar la esencia de mi felicidad así como tú lo haces. Verás, lloro por muchas razones. No, tranquilo, todo va bien. Pero ya sabes cómo soy. Ya sabes de que van esos días inútiles en los que quiero desaparecer (como hacías tú, ¿recuerdas?). También he llorado con cientos de películas, unos cuántos libros y un par de canciones. Y sí...
Queridos tertulianos de la habitación vacía: Prueba a hablar de inspiración entonces. Cuando te enfrentes a un folio en blanco, desafiante, con cientos de letras carcomiéndote por dentro y ni una sola plasmada sobre el papel. Cuando la tinta de todas las verdades que no escribiste te inunde los pulmones, y te prohíba respirar como tú le prohibiste a ella hacerse eterna. Como esa gente que niega la intuición, como si no viesen cada mañana las nubes rasgando el cielo, el sol rompiendo sueños, mientras les escriben porciones de una vida que no sabrán comprender. Como los recuerdos, y las cicatrices. Canciones para cada estación, para cada parada y cada descanso. Para cada boca de metro que te adentre en un país subterráneo. Unas puertas que se abren frente a ti, un cúmulo de soledades buscando un asiento en el que respirar, un respaldo sobre el que apoyar una espalda que sigue añorando unas manos que la desnuden. Y que nunca sepan si mientes, describes o recuerdas lo que dicen tus palabra...
Estimades, estimats: De vegades busquem protagonistes com si foren culpables, benvingut al paradís , ací tens els teus crims. Segueisc buscant protagonistes per a aquella historia, una d’aquelles que es podrien fer cançó si algú ho desitjes. Va ser la nit d’un concert d’un grup que mai no recorde, i va passar tot com solen passar estes coses. Jo només en el desig pensava, i tu em vas furtar la son i la letàrgia. El metall contra l’esquena, a un pas de permetre’t tornar-nos encara mes bojos. Refugiats a uns braços que no ens pertanyen, lluitant per fer etern un instant que no ens correspon. Venent mentides i façanes, regalant sort perquè desgràcies ens sobren, música de verbena, de borratxera , perduts entre la multitut, perduts cadascú al seu mon. I encara respire i et trobe, la teua mirada difusa, com un record que poc a poc es difumina fins que finalment despareix, i la teua boca, la teua boca a uns milimetres de la meua orella transcribint els versos que sonaven a uns quants metres....

Amores que matan

Cae la tarde sobre el campo de octubre, demasiado soleada para perderse en el calor del fuego, demasiado fría para sonreír a la nostalgia. Un camino, empolvado de viajeros inexistentes y pisado por recuerdos, serpentea entre los todavía dorados campos. La brisa, que aparece y desaparece caprichosa, hace jugar a las espigas que se mantienen en pie. Rozando el horizonte, cabañas deshabitadas con olor a humo de quién sabe cuántos años atrás. Rompiendo el silencio, una sombra dubitativa, perdida, aparece cruzando el campo. Su preocupación se torna en una tímida sonrisa al descubrir, como un oasis en mitad del desierto, aquel amasijo de viejas casas que un día debió de ser el orgullo de labradores. Llama dubitativamente a la puerta de la primera cabaña, convencido ya de que nadie saldrá a recibirlo. Los toques de sus nudillos contra la vieja madera parecen despertar el invierno en aquel lugar. Una niebla densa comienza a reptar por los tobillos del viajero, cubriendo hasta dónde alcanza la ...
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Estimades, estimats: “Piensa en lo que yo te he dicho, no en mi, sino en las cosas buenas” I ací em tens, pensant en el que em vas dir, mentre escolte una cançó d’eixes que també et fan pensar en coses bones. I és cert que, quant t’adones, hi ha mil coses bones en contra d’aquella xicoteta cosa roïna que pensaves que no et deixaria tornar a riure. I quant dic riure no em referisc a un somriure tímid d’aquells que fas quant et creues amb un conegut, d’aquells que fas quant de colp recordes alguna estupidesa; em referisc a trencar el cel, el gris i fins i tot trencar-te a rialles. I ja, ja sé que en el nostre cas els somriures es queden curts i les rialles, de vegades, tampoc estan a la altura de les nostres bogeries. Tu ja m’entens, tu sempre m’entens. Però be, estàvem parlant de coses bones. Permet-me que, en avant, passe a anomenar-les simplement com a coses nostres. Com els nostres passeigs cridant al cel cançons d’Estopa, soltant els braços i sentint el vent, deixant-n...
Queridos tertulianos de la habitación vacía: Lucharé contra la rutina, pero no por ti. Lo haré por mí, porque cualquier detalle me cambia el mundo. Y me gusta tocar los cojones a ese supuesto Dios, y si se tercia al resto del mundo, hacerle pasar los fotogramas a toda velocidad. Esa es una de mis rarezas. Hay unas cuantas más, como aquello de dar consejos sobre algo que jamás puse en práctica. Que ya me he sacado de contexto más veces de las que nadie podrá sacarme, tal vez porque no me deje o tal vez por dejarme demasiado. Que yo siempre he sido más de pajas, que de mentales. Más de risas, que de silencios. Y más de sentir, que de decir. Llámalo X, como si fuese otra puta campaña publicitaria de las que te comerán la cabeza incluso cuando duermas, si es que te quedan fuerzas para dormir. Noches de esas en las que los pensamientos se te comen desde las entrañas hasta el sueño. Pondría en práctica aquello de que el fuego purifica, rápido y mal, pero tendría que procurar que no ardan las...