El terror
Me veo siempre desde fuera. Sentada en la cama, con las manos entrelazadas y la mirada fija en un punto absurdo, irrelevante cómo a veces me parece que es mi vida, sobre todo cuando los días son largos y no puedo parar de pensar una y otra vez en todas las veces que no me elegí. Me veo con una sonrisa ausente, mientras celebran a mi alrededor victorias que yo sigo considerando batallas perdidas, sigo sin entender cuál es el mérito. No. No es cierto. Si hay batalla, y lucha, y ha habido sangre y mordiscos y lágrimas y rabia. ¿Y si soy valquiria? Y por eso tuve que cruzarme el mundo, no sentarme al sol en un octubre tibio, no acurrucarme en el nido de la vida que me vino dada, no conducir con un atardecer naranja en una tarde de enero con una camisa de algodón y un jersey esperando en el asiento del copiloto, no, eso ya no. Sólo frío, y noche, y lucha, y batalla y la sensación de irse a la cama con todas las heridas abiertas, palpitando la sangre en mis entrañas y feliz. Feliz de v...